Toda persona posee una capacidad natural de crear soluciones ante problemas difíciles. Para ese tipo de habilidad, solemos atribuir varios nombres. Creatividad y emprendedurismo son apenas dos de ellos.
Saturadas o no, las conversaciones sobre emprendedurismo logran trasmitir varios mensajes, pero no siempre son interpretadas de la forma correcta. El acto de emprender está rodeado de mitos distantes de la realidad.
Es importante dejar de lado la creencia de que emprende apenas quien tiene dinero, inversiones o mucha suerte. De hecho, no piense también que sólo es emprendedor quien abre un negocio y factura absurdamente con él.
Hoy vamos a presentar una reflexión más realista sobre lo que es, de hecho, el emprendedurismo. Quien trae una opinión sobre el tema es el brasileño Claudio Landsberg, empresario y fundador de la Casa Group, una franquicia de vending machine que comenzó en un garaje.
Después de reformular un producto con más de 100 años de historia, Landsberg lanzó en el mercado algo que logró conversar con tribus específicas y que proporcionó el diferencial cuando la venta en máquinas ya no era una novedad.
Actualmente, el negocio posee 24 tipos diferentes de vending machine, con presencia en 23 banderas de hoteles, más de 1300 máquinas sólo en los Estados Unidos y con franquicias presentes en otros tres países: Italia, Portugal y Brasil.
Mitos no duran para siempre
Por mucho tiempo, el emprendedurismo fue considerado un plan B o C para quien perdía el empleo o no lograba encontrar oportunidades en el mercado de trabajo.
“En los países más emergentes, la cultura hace entender que necesitamos cumplir etapas en la vida. Cursar una facultad, conseguir un empleo o ser seleccionado para una plaza de trabajo con plazo indeterminado y ganar bien hasta jubilarse. Si todo sale mal, de ahí pensamos en emprender”, comenta Landsberg.
Sólo que no hace mucho tiempo que esa idea ha cambiado y muchas personas ya están surgiendo con propuestas de cambiar aquello que no es más novedad. Sin embargo, el empresario observa que todavía existe un largo camino para que el emprendedurismo sea una conversación más presente en la rutina de varias culturas.
“Para mí, emprender es el menor camino para reducir el desempleo, pero no sólo eso. Es un resorte maestro que impulsa la economía de cualquier lugar y depende de gobiernos y personas que entiendan eso para suceder”.
Se engaña quien cree que el mayor obstáculo para el emprendedurismo sea la economía local. Lo que impide incluso el surgimiento de buenas ideas es el miedo de fracasar.
“Necesitamos tener en mente que fracasos y éxitos siempre serán vistos con prejuicio. Ahora que la pandemia nos trajo una mirada para dentro, quien consigue ver la parte ‘medio llena del vaso’ también consigue entender dónde las oportunidades están y no puede dudar en ir detrás de ellas”, aconseja.
Puede no ser simple, pero…
Lo básico del emprendedurismo es pensar en productos y servicios que sean diferenciados, capaces de llevar al llamado Océano Azul, donde una idea entrega mucho más que lo tradicional y funciona sin transformarse en una commodity.
Además de ver oportunidades, el emprendedurismo exige estudio y un poco de instinto. “Por eso que esa es una materia fundamental en cualquier institución de enseñanza. Si las personas entienden cómo el acto de emprender funciona, también entienden como él es capaz de traer contribuciones para la sociedad”, refuerza Landsberg.
Sabiendo que el consumo es modificable y nunca vuelve a ser lo que fue un día, las nuevas ideas sólo van a surgir cuando observemos ese tipo de situación. Por eso el empresario relaciona el surgimiento de novedades con los altos niveles de desempleo. Una necesidad acaba jalando otras.
Entonces, si una crisis es capaz de mover personas, ¿qué es lo que la cultura y educación de base no pueden hacer?
Instinto podado
Desafortunadamente, es en la educación que nuestro instinto emprendedor puede “frenarse”. Por lo menos, en los más tradicionales moldes de ella, que ven el éxito de las personas basado en trabajos pasivos y nada creativos.
A pesar de eso, muchas escuelas comenzaron a entender que el emprendedurismo es la clave para transformar realidades y pasan ese mensaje sin “empujar” al alumno para la apertura de un negocio. El incentivo es hacer la diferencia en el lugar que él actúe en el futuro.
“La innovación no sirve apenas para generar novedades en servicios o productos. Ella también estimula el intraemprendedurismo, en que personas son emprendedoras dentro del trabajo”, explica Landsberg.
“Ellas no van a abrir un negocio, pero van a ver posibilidades de cambios de procesos, de productos, de traer nuevos conceptos para la empresa en que ellas actúan”, añade.
Para él, el hecho es: cuando nos sentimos emprendedores, incluso siendo funcionarios, hay más oportunidades de crecimiento dentro de la empresa, diferente de quien sigue el job description y no entrega nada más allá.
Además de eso, Landsberg también recuerda que la innovación es muy confundida con aporte de tecnología de punta e inversión de mucho dinero cuando, de hecho, puede ser un pequeño cambio de proceso o de entendimiento sobre algo que ya es hecho hace mucho tiempo.
¿Y por qué hablar de emprendedurismo?
Landsberg responde a esa pregunta con un punto técnico: cualquier proyecto emprendedor tiene una curva de aprendizaje y crecimiento. Es preciso estar listo para los momentos iniciales y tener una base para invertir, pero no significa, necesariamente, tener una cuenta bien grande para hacer que la idea funcione.
“Muchos negocios surgen con poco o apenas con una idea. Es preciso estudio y un plan con marcos para evaluar las victorias, los puntos fuera de la curva y lo que necesita ser corregido. El éxito incluso sólo sucede cuando sabemos dónde estamos y dónde deseamos llegar”, recuerda.
Por lo tanto, tener dinero es sólo un factor, pero no es el secreto para el éxito. De hecho, para el empresario, todo relacionado al emprendedurismo necesita “pies en el suelo y ojos en las estrellas”.
“Nadie necesita tener vergüenza por no tener una gran cuantía para comenzar o no tener un lugar bien estructurado. Comience donde es posible, en su cuarto, en su garaje, en su mesa del trabajo. Sólo quiera cambiar lo que usted cree que puede ser cambiado”, aconseja.
Un consejo final de Landsberg es saber que no existen caminos cortos. En cualquier situación, una buena dosis de resiliencia y el placer de la realización serán más esenciales que tener dinero para invertir.
Después de esto, ¿todavía ves el emprendedurismo por la óptica de los mitos? Cuéntanos lo que te deja con duda a la hora de innovar.