Cada día la discusión sobre sostenibilidad mundial se va convirtiendo en un tema presente en los radares ambientales. El uso consciente del agua en el agronegocio brasileño, por ejemplo, está entre los temas más discutidos en el país, junto con la emisión de gases nocivos y la deforestación.
Existe una afirmación bien conocida de que el agronegocio brasileño es responsable por la mayor parte de uso, desperdicio y agotamiento de las fuentes hídricas en el país. Pero, después de todo, ¿esta afirmación es realmente verdadera?
Quien nos ayuda a entender mejor ese mito es el profesor doctor del Departamento de Ingeniería de Biosistemas de la Esalq/USP, en Piracicaba, Fernando Campos Mendonza. De hecho, él ya afirma que, la verdad, el agronegocio no puede ser calificado como el único responsable por desperdiciar recursos de fuentes hídricas – y ni siquiera debería cargar este título.
“Si así fuera, tendría un alto costo en la cadena productiva, y sabemos que los productores rurales trabajan siempre para reducir costos. De hecho, los mayores índices de desperdicio ocurren en las ciudades. De modo general, en Brasil, las pérdidas de agua en sistemas urbanos de distribución giran entre 30 % y 80 %. Pérdidas de 30 % en el agronegocio son inadmisibles”, afirma.
El porqué de la culpa
En un país con gran territorio, el sentido común nos lleva a creer que el uso de agua en el agronegocio merezca parte de la culpa por los desperdicios y uso incorrecto de las reservas hídricas.
Pero aquí va un hecho interesante que Mendonza indica. La mayor parte del uso de agua en el agronegocio brasileño es de agua verde, o sea, el agua de lluvia. Según él, 93 % del recurso en lluvia es usado en la producción animal y, en levantamientos recientes sobre el área cultivada (Embrapa y NASA) y área irrigada (Abimaq) en el país, tenemos 8,2 millones de hectáreas irrigadas, representando menos de 5,3 % del área total para agricultura (152,5 millones de hectáreas) y 12,4 % del área cultivada.
“Por lo tanto, a pesar de que las actividades agrícolas consumen la mayor parte del agua captada, no existen grandes pérdidas de agua debido al obvio costo que eso implicaría”, refuerza el profesor.
En parámetros más definidos, es posible saber, también, cuáles son los tipos de cultura que más consumen agua en el sector.
La actividad agrícola queda en primer lugar en el uso de agua en el agronegocio brasileño, por la necesidad de irrigación. En seguida, están la producción animal y la agroindustria. Pero Mendonza recuerda que ese consumo varía de acuerdo con las características de cada cuenca hidrográfica.
“En la Cuenca Amazónica, por ejemplo, el consumo de agua para irrigación es bajísimo. Ya la Cuenca del Rio São Francisco representa 50-70 % del total captado. Y en las Cuencas de los Ríos Piracicaba, Capivari y Jundiaí, la agricultura es responsable por 22 % del agua captada, en que 19 % son para irrigación. Los consumos domésticos e industrial representan 46 % y 32 %, respectivamente.”
Quien sabe, utiliza bien
Reafirmando el valor del uso de agua en el agronegocio brasileño, tanto financiero como ambiental, Mendonza apunta que existen óptimos ejemplos sobre la gestión consciente de este recurso en las variadas actividades del sector.
Uno de ellos es el de la ASPIP (Asociación del Sudoeste Paulista de los Productores Irrigadores y Plantación en la Paja – en traducción libre), que viene haciendo un trabajo de conservación del suelo y del uso del agua.
Otro buen ejemplo es la CODEVASF (Compañía de Desarrollo de los Valles del São Francisco y del Parnaiba), que ha hecho la conversión de sistemas de irrigación poco eficientes y prácticamente doblado el área irrigable en varios perímetros públicos de irrigación.
Está también el caso de Irrigo (Asociación de los Irrigadores del Estado de Goiás), que hizo un trabajo de reserva de agua en el municipio de Cristalina (GO) y batalla por la conservación y por el buen uso de recursos hídricos.
“En las Cuencas de los Ríos Piracicaba, Capivari y Jundiaí, también tenemos los programas Productor de Aguas y Conservador de las Aguas, que son sistemas de pago por servicios ambientales. Esos programas hacen pagos a los productores rurales para promover el reforestación de áreas de protección permanente y reserva legal, y actividades de conservación del suelo en las áreas agrocultivables”, actualiza el profesor.
Atención en el ahora y en el futuro: agua en el agronegocio brasileño
Un hecho interesante sobre el concepto de reserva hídrica es que este cambia de acuerdo con el punto de vista, por eso puede causar cierta confusión. Según Mendonza, del punto de vista hidrológico, reserva hídrica sería el agua que permanece en la cuenca hidrográfica o en acuíferos.
Ahora, del punto de vista agronómico, reserva hídrica puede significar la reserva de agua acumulada para uso en las actividades agrícolas, como el agua disponible en represas o en los acuíferos, por ejemplo.
Y todavía existe una tercera visión, que sería la de la gestión de recursos hídricos, en que la reserva puede significar la fracción de agua destinada a cada actividad humana o a los servicios ambientales.
“Tomando como base el punto de vista agronómico, las principales reservas hídricas son el agua almacenada en el suelo y el agua disponible para captación, ya sea en ríos, pozos o represas. Hablando específicamente sobre represas, en algunos casos estas pueden ser la única alternativa para los productores rurales”, puntúa.
Sin embargo, para este último punto, el profesor refuerza la necesidad de un estudio de viabilidad técnica y económica, pues la construcción de represas involucra grandes costos y exige el cumplimiento de varias reglas establecidas por ley.
Hablando en ley, todo mundo entiende también sobre regulaciones y proyecciones futuras, una vez que agua es un recurso que puede terminar. Por eso todo ejercicio de proyección de escenarios tiene cierta imprecisión propia, debido a las incertidumbres con relación a las decisiones humanas, sean colectivas o individuales.
“Varios estudios de posibles escenarios muestran los efectos de los cambios climático y de las actividades conservacionistas. Sin embargo, es sentido común que el futuro del agronegocio pasa por la promoción de sistemas ambientalmente responsables con relación al uso de recursos naturales, inclusive el agua”, finaliza Mendonza.
El agua en el agronegocio brasileño rinde muchos debates. ¿Qué tal unirse a nosotros y compartir también sus conocimientos? ¡Conozca el MBA en Agronegocio USP/Esalq!