Si usted ya se ha encontrado con un robot o inteligencia artificial y pensó “uau, esto es extrañamente muy humano”, entonces usted ya estuvo en el abismo teórico llamado Valle de lo Extraño. Esa teoría, vinculada directamente al desarrollo de la robótica, explica el sentimiento de extrañeza con la similitud de un robot con un humano, y puede llegar hasta la más profunda repulsa.
Al medir los niveles de empatía de las personas por las inteligencias artificiales e insertarlos en un gráfico, el Valle de lo Extraño sería el punto más bajo, rodeado por puntos más altos. Este es un intervalo entre nuestros niveles de simpatía por las máquinas.
Quien explica mejor todo esto es Lucas Guerreiro, profesor y cofundador y Chief Technology Officer (CTO) de Skylar, una startup de inteligencia artificial dirigida a traducción y subtitulado de materiales y eventos grabados y en vivo.
Evolución de la robótica
Tres puntos principales ligan el Valle de lo Extraño a la evolución de la inteligencia artificial. Guerreiro explica:
- Técnico: inteligencias artificiales teniendo acciones cada vez más naturales e inherentes a los humanos)
- Cognitivo: máquinas con inteligencia para toma de decisiones
- Estético: robots físicamente parecidos a humanos
¿Recuerda el principio de la robótica, con robots de metales muy aparentes? Esos modelos, a pesar de intentar, de alguna forma, replicar el comportamiento e inteligencia humana, dejan evidente que son sólo máquinas actuando de forma similar. Así, estos ganaron nuestra simpatía con el paso del tiempo.
“Con el desarrollo de la tecnología, la semejanza de esos robots con los humanos comenzó a aumentar. Así como nuestra empatía por ellos”, destaca Guerreiro. Ese proceso puede ser visualizado en forma de gráfico con tendencia creciente considerando nuestro nivel de empatía.
Sin embargo, la teoría del Valle de lo Extraño dice que esa similitud genera rechazo en determinado punto. “Esto porque el perfil de esos robots estaría en un limitante que es diferente de lo que estamos acostumbrados a las inteligencias artificiales y diferente de humanos. En ese punto, nuestro encanto se transforma en repulsa e extrañeza, haciendo con que nosotros perdamos la empatía que desarrollamos”, comenta.
La tendencia es que la apariencia de los robots continúe evolucionando para superar el Valle de lo Extraño y continuar ganando nuestra empatía. En el gráfico, entonces, esa teoría sería una baja en la línea de la empatía, que volvería a crecer.
Rechazo
Cuando la inteligencia artificial encuentra un punto intermedio entre la apariencia mecánica y humana, el Valle de lo extraño puede ganar espacio, comenta Guerreiro. “No existe un parámetro exacto para ese punto, pero tiende a ocurrir cuando la evolución del aspecto físico de los robots está en el límite entre distinguir si es una máquina o un humano.”
Según el profesor, el motivo de esta repulsa todavía es estudiado por muchos investigadores de todo el mundo, pero en lo general, parece estar relacionado a su característica disforme.
“El objetivo cuando lidiamos con una inteligencia artificial muy similar a un humano es, por algunos momentos, olvidarnos de que estamos lidiando con una máquina. Cuando alguna parte o comportamiento del robot o de la computación gráfica nos saca de esa realidad nuestra, notamos algo diferente y salimos de ese consuelo momentáneo de lidiar con lo que es conocido”, detalla Guerreiro.
Y de ahí surge el miedo. Entramos en estado de alerta cuando percibimos que esa inteligencia no es humana, pero puede pasar por humana en ciertos momentos. “El pensamiento de que la inteligencia artificial puede actuar como humanos, pero con ciertas ventajas (sin enfermedades, fatigas o emociones, por ejemplo), nos causa el miedo a ser controlados por máquinas en el futuro.”
Esos robots caen en el Valle de lo Extraño sin superar al nivel en el que volvemos a simpatizar con ellos porque son “como nosotros”. Entre los ejemplos de robots que quedaron en ese abismo, el profesor cita el Telenoid R1, un androide japonés creado en 2010, y el robot Diego-San, activado en 2013.
Inteligencias artificiales en control
El miedo a ser controlado por robots puede ser un factor para que algunas inteligencias caigan en el Valle de lo Extraño. Sin embargo, no tiene en cuenta lo mucho que nuestra vida ya está repleta de máquinas y robots.
“En las redes sociales, la inteligencia artificial está asociada a recomendaciones de amigos, páginas para seguir, contenidos y, principalmente, propagandas. Toda información que consumimos (sea gustando, comentando, siguiendo, visualizando o incluso hablando en conversaciones más particulares) sirve para componer un perfil de posibles cosas relacionadas que podemos gustar, personalizando nuestra experiencia”, cuenta.
“Esa característica también puede asustarnos, pero la buena noticia es que las redes sociales tienen un compromiso de privacidad, de no identificarnos separadamente. También podemos retirar nuestro consentimiento de recibir anuncios personalizados”, completa Guerreiro.
“Estamos cada vez más lidiando con asistentes virtuales. Al entrar en contacto con empresas, somos atendidos por chatbots o voces por teléfono que, incluso grabadas por una persona real, son automatizadas. Creo que la idea principal es humanizar ese contacto automatizado entre empresa y cliente.”
Inteligencia artificial y personificación
La inteligencia artificial fue personificada a lo largo de los años para traernos una experiencia más próxima de lo real posible. Debido a eso, hoy estamos aquí hablando sobre Valle de lo Extraño.
Para hacer un panorama general, Guerreiro comenta que todo esto comenzó con Siri, asistente de voz de Apple. “Fue una tecnología revolucionaria y pionera, que agradó a los consumidores de inmediato. Ellos se sintieron mucho más cómodo para lidiar con respuestas más personalizadas. Con esto, el mercado comenzó a demandar cada vez más ese tipo de experiencia, llevando a la creación de Google Asistente, Cortana entre otros.”
El paso siguiente fue la creación de robots o computación gráfica con un rostro para esos asistentes, trayendo aún más semejanza con los humanos, además de la posibilidad de interacción.
Pensar en personificación es pensar en la relación de confianza y lealtad con las marcas. “Es mucho más fácil identificarnos, interactuamos y confiamos en un humano. Con eso, al encontrarnos con esos humanoides, que parecen y actúan como humanos, la tendencia es crear un nivel mucho mayor de confianza con la marca representada de esa forma”, resalta.
¿Es para tener miedo?
Guerreiro comentó anteriormente que los robots pueden tener una fuerza mucho mayor que la de los humanos, no se cansan, no necesitan dormir o comer, no enferman, y, por eso, pueden ser, físicamente, más fuertes que nosotros.
“Lo que siempre nos diferenció de los robots es la inteligencia. Sin embargo, con la evolución de la inteligencia artificial, la capacidad de toma de decisión de los robots está cada vez mejor. Esto significa que el alto poder físico aliado a un razonamiento cada vez más humano genera el miedo de esas máquinas se vuelven peligrosas en algún nivel”, dice Guerreiro.
Sin embargo, la inteligencia artificial es entrenada para ejecutar lo que humanos definen para ellas. “Buenas intenciones combinadas con límite y control de su avance representa un escenario seguro. Por eso, regulaciones en ese sentido deben ser propuestas en los próximos años”, concluye el profesor.
¿Qué piensas de la evolución de la inteligencia artificial y del Valle de lo Extraño? ¡Queremos saber su opinión sobre el futuro!